Visita G y otras placas

Estamos acostumbrados a pasear con prisas, pensando en nuestras cosas y sin atender a todo lo que nos rodea, así que en ocasiones cuando nos relajamos e intentamos disfrutar del entorno, descubrimos una ciudad que nos sorprende  con detalles que hemos visto innumerables veces, que nos son familiares pero a los que nunca hemos hecho caso. De esta forma, carteles o placas que aparecen en los portales de algunas calles de Madrid han pasado desapercibido, pero  forman parte de nuestro paisaje cotidiano del centro de la ciudad y muchas de ellas ni siquiera sabemos de dónde vienen o porqué, hoy intentaremos aclarar algunas de ellas:

 

Para explicar el significado de estos azulejos hay que hacer un poco de historia.

La corte en España era itinerante hasta que Felipe II en 1561 decide que ésta tenga como sede definitiva Madrid y con él trae la Regalia de Aposento que consistía en la obligación de ceder la mitad de la propia vivienda para alojar y alimentar a los funcionarios reales.

La forma de Regalia en Madrid se hizo de tres maneras:

  • Las que cedían la mitad de su vivienda a la corte
  • Las que por sus dimensiones o estructura no permitían albergar a un huésped y pagaban un canon, más o menos entre un tercio y la mitad del valor que produciría su alquiler
  • Las que no tenían obligación por pagar exención o donación real

 

El segundo punto dio lugar a las llamadas casas a la malicia, casas construidas para evitar alojar a funcionarios, son edificaciones de dos pisos, en la que la planta baja era el establo, la primera la vivienda y el segundo desván o trastero, aunque en realidad todas las plantas eran habitables. Esto se conseguia  con techos abuhardillados, cegando puertas, o distribución asimétrica de ventanales,  ejemplo de ellas todavía quedan sobretodo en la zona de la Latina.

Todo esto hace que el pago de impuestos en la capital sea difícil de obtener a pesar del esfuerzo de los Inspectores o visitadores de aposento.

Fernando VI intenta poner remedio a esto y encarga al Marques de la Ensenada la Visita General con el objetivo de recopilar datos, realizar un plano de cada manzana y numerar las calles, con ello se hace uno de los catastros más importantes y constituirá la llamada Planimetría General de Madrid. Como guía se utilizó el Plano de Texeira de 1656 sobre el cual se numeraron las manzanas empezando por el  Hospital General y acabando con el 557, las propiedades del Principe Pio de Saboya

En 1760, Carlos III ordena la numeración mediante azulejos en todas las manzanas, en cada esquina un azulejo con el número de manzana y encima de cada portal otro azulejo con el número de casa. Solía pasar que en la misma calle coexistieran casas con la misma numeración pero de distinta manzana, lo que creaba bastantes líos, solía ocurrir que o bien las calles no tenían nombre o tenían varios , existían calles repetidas.

En 1835 aparece la figura del Marques Viudo de Pontejos, alcalde de Madrid, y decide cambiar la numeración de la ciudad. Pondrá nombre a las calles, elegirá personas ilustres, vecinos importantes de esas calles o hechos históricos y numerará las calles tomando como referencia a la Puerta del Sol y empezaran los números por la parte más cercana a ella, los impares a la izquierda y los pares a la derecha. Esta numeraciones es la que permanece hoy en día

 

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Desde que en 1561 Felipe II nombra a Madrid como sede de la corte y se convierte así en la capital de España, la ciudad empieza a tener problemas, la población aumenta considerablemente, el abastecimiento del agua potable no es todo lo deseable que debería ser y la limpieza, recogida y canalización de basuras será un problema constante en los siglos venideros.

El primero que intentó poner un poco de orden en esto fue Carlos III, que ordenó a Sabatini una infraestructura con alcantarillado y pozos negros. La verdadera revolución llega en el siglo XIX cuando hacia 1850 se encarga al Canal la traída de aguas a la capital desde el río Lozoya. Al problema del saneamiento se le añade la escasez de agua potable, con una población cercana a los 250.000 habitantes el agua del que se abastecía la ciudad era traída por los antiguos viajes de agua, se aprovechaban las aguas subterráneas transportadas por túneles y galerías hasta las fuentes publicas. El Canal se da cuenta que no solo tiene que traer el agua sino evacuar las aguas sobrantes por el uso público, cosa que aprovecha el ayuntamiento para encargarla del alcantarillado y limpiarlo arrastrando las aguas negras fuera de la ciudad.

agua en cada piso
En algunos edificios se informaba de la existencia de agua

Al no haber obligatoriedad para conectar las salidas de aguas fecales con el alcantarillado que se estaba construyendo, se utilizaban los pozos negros o las antiguas alcantarillas creando focos de infección. Hay que recordar que el agua corriente no llegaba a todas las casas y cuando llegaba, en ocasiones solo era a los pisos bajos, la gente , que tenía que subir el agua por las escaleras, prefería hacer sus necesidades en la calle, si lo hacían en casa, la limpieza no solía ser la adecuada y se obstruían las acometidas y las bajantes. La falta de personal para la limpieza de alcantarillado unido a la falta de agua en verano y que los madrileños tiraban todo tipo de cosas a las alcantarillas, provocó que en 1868 se publicara un reglamento con lo único que se permitía tirar a la alcantarilla:

los productos sólidos y líquidos de la defecación de las personas y animales domésticos, excepto los del ganado caballar, mular y vacuno; las aguas de fregar las casas, así como las sobrantes de fabricaciones de cualquier especie no aprovechables para otros usos; las nieves y aguas pluviales que cayeran en las cubiertas; las aguas sobrantes de las fuentes públicas o particulares; las del Canal de Isabel II y las procedentes del lavado de ropas, lanas, carruajes, baños, aseo personal, extinción de incendios y obras particulares”.

En 1885, aparece una epidemia de cólera en Madrid que tendrá más repercusión en los barrios del Sur, zonas sin agua potable ni alcantarillado, donde las aguas negras discurrían a cielo abierto. Esto hace que se inicie una campaña a favor de la higiene y se empieza a regular la construcción y conservación del alcantarillado, la construcción de pozos negro y excusados en las nuevas edificaciones. Se obliga a colocar sifones a los propietarios que quieren realizar acometidas desde su casa al alcantarillado.

En 1898 un bando estructurado en 12 artículos establece por primera vez las características de la red de desagüe de cada edificio, estas normas son de obligado cumplimiento para todas las casas y se establece un periodo de cinco años para adecuar los edificios. Esta obra debía ser visada por un arquitecto y aprobada por la Junta Técnica Municipal de Salubridad e Higiene y se debía colocar una placa en la fachada.

      Art.7.º Durante su ejecución podrán ser visitadas por delegados de la Junta Técnica, y una vez realizadas, siempre bajo la responsabilidad de los arquitectos Directores correspondientes, seran visitadas por el arquitecto Jefe de la oficina técnica,el cual, en el caso de aprobación, entregará la certificación preceptiva.
Esta certificación no relevara de responsabilidad, si por mal entretenimiento o descomposición de la red de desagüe, se causara daño a la salud.
cuando este hecha la totalidad de la red en cada edificación, se entregará gratuitamente al propietario una placa, que deberá colocar en un punto visible de la fachada con la siguiente inscripción: Aprobada por la Junta técnica municipal de salubridad e higiene

Esta placas, a día de, todavía se conservan en algunos edificios del Madrid de los Austrias, aunque están bastantes deterioradas o las han pintado por encima, es una pena pues eran bastante bonitas

asegurada

 

«Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son» 

Este es el lema de Madrid y con el paso de los siglos parece que siempre le ha dado la razón, si, como hemos visto antes el agua subterránea abasteció prácticamente hasta el siglo XX a la capital, el fuego también ha estado muy presente en su historia, desde el incendio del Alcazar, a los incendios en la Plaza Mayor o el más cercano y reciente del edificio Windsor en Azca.

A principios del XIX, con construcciones de madera y un cuerpo de bomberos escaso y no muy profesionalizado, en 1822, por mediación de D. Manuel María de Goyri y ayudado por los propietarios de las casa situadas dentro de las murallas, se constituye la Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Casas de Madrid, se crea un fondo para responder de la reparación de los posibles daños causados por el fuego y en su artículo 41 se expone:

CAPITULO V

De la Dirección

Art.40

La dirección se compondrá de dos individuos propietarios, elegidos por la mitad.

Art 41

Cuidará de que se coloquen las casas aseguradas, en paraje visible, una tarjeta o azulejo que diga «ASEGURADA DE INCENDIOS» , y se quite cuando se separe el socio

 

 

Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Casas en Madrid : historia, reglamento, instrucción y estadísticas de la misma

Practicamente por todo el centro de Madrid se pueden apreciar estas placas, integradas en la fachada, de cerámica, de madera, de Mármol, aquí os dejo unos cuantos ejemplos

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Exiten otras placas en los edificios, en algunos casos servían para dar más valor a las construcciones e indicar que tenían algún tipo de servicio como el gas, en otros era información sobre donde se podía llamar por teléfono en una época donde este era un lujo, otras nos indican viviendas de protección oficial de los años 50 y 60.

 

Fuentes y Bibliografia:

Manual Histórico-topográfico, Administrativo y Artístico de Madrid de D. Ramón de Mesonero Romanos

Biblioteca Virtual de Patrimonio Bibliográfico

Secretos de Madrid

Caminando por Madrid

Historias de Madrid

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